Hay que joerse y darse cuenta uno de la pechá de gente que había esta Semana Santa en Sevilla, pero gente de verdad, gente por un tubo, gente, gente y má gente todavía, gente por aquí, gente por allá, vociferante gente….como diría el redundante del Sabina. Atiborraitas estaban las calles del Centro, que había veces que no se podían dar dos pasos y si, por casualidad, algún paso se oteaba por el horizonte, entonces ya es que apaga y vamonos. De madrileños ni te cuento, pero bueno estos siempre están en todos lados, parece que tienen el don de la omnipresencia, dos días de fiestas mal contadas y Madrid se vacía de chulapos y chulapas que se desperdigan por toda la geografía española, ¡que tíos viajando!
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¡Cuánta gente por toas parte! |
Y japoneses, que me dices de los japoneses, to apiñaitos detrás del guía, con esos pasitos cortos y ese trote cochinero que no hay quien los canse. La verdad es que con esas culturas emergentes yo me pierdo un poco y ya no sé si me estoy jugando el acerado con un grupo de japoneses o de Singapur o acomodados chinos nacionalistas o del gran timonel, eso sí, los ojos los tiene todos iguales. Pero lo más de lo más, los franceses, con su ropa supercómoda, sus zapatillas de deporte y su guía gastronómica en la mano. Que personal más listo estos gabachos y como le han cogido la onda al asunto y como beben vino los cabrones, ¡qué barbaridad más bárbara!, claro que, pensándolo bien, tienen toda la razón del mundo, por lo que les cuesta una botella de tinto en su país se toman aquí tres y de mejor calidad y si encima lo hacen en una terracita, oliendo a azahar y con una bandeja de pescaito frito para no dejarse ir el cuerpo y oyendo a lo lejos a una de las muchas bandas que adornan con su música nuestra Semana Santa, vamos que se le caen dos lagrimones como puños.
A lo que iba moreno, que el Jueves Santo no se cabía en ningún sitio, que había más mujeres con mantilla en Sevilla por metro cuadrado que en una recepción del papa Francisco en el Vaticano en día de gloría y que para colmo nosotros éramos seis. Ya, cuando fuimos a visitar al Gran Poder, nos costó un poquillo de trabajo agenciarnos una mesa alta en el Eslava, pero cuando nos planteamos donde comer sentados las cosa pintaba peliaguda y de pronto se me encendió la vela: El Perro Viejo va a ser, y fue.
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Colas para visitar El Gran Poder |
El Perro Viejo (c/ Arguijo, nº 3. En pleno centro, junto a las Setas y frente a la Facultad de Bellas Artes) es la nueva apuesta del grupo MpuntoR, grupo en constante expansión y que ya posee varios locales en Sevilla (Bar Antojo, Nikkei bar y la Niña Bonita) y Pez Tomillo en Málaga.
El espacio escénico está supercuidado y es realmente bonito, se nota el cariño con el que lo han montado. Tres niveles distintos y un cómodo ascensor para subir a las distintas plantas. El servicio, a pesar de la ingente cantidad de gente que estábamos, eficaz y rápido.
Nos acomodamos en la primera planta y pedimos de todo un poco, algunos pedimos cerveza, otros manzanilla y hasta algún tinto de verano cayó. Con la comida ídem de ídem, tapas y raciones para compartir y catar de todo un poco.
Tapas:
Las tres buenísimas; para mí el ceviche de sobresaliente muy alto, con una combinación de sabores espectacular. Superrecomendada. En cuanto al puerro lo mismo os digo.
Raciones:
Lo mismo te digo que te decía, que las tres estupendas y muy generosas las carnes, pero el pulpo estaba…¡madre mía como estaba el pulpo!
En conjunto una nota muy alta en todos los aspectos, local, servicio, relación calidad-precio…mis felicitaciones a Pedro y Ernesto y a todo el equipo que lo hacen posible.
Sevilla se merecía un local con esta categoría.
Ahora caigo en la cuenta que la primera entrada de este blog, allá por octubre de 2001, fue al bar Antojo y está última al Perro Viejo. C´est la vie.
Y a prepararse pa la feria
Y a prepararse pa la feria